CAMPANADAS EN CASA. PARTE II
Parte I: la puedes encontrar en la Revista No. 4, año 2024, página 24.
Mi vista se estaba nublando, lo único que alcancé a ver en mi último aliento fueron las tripas y órganos de mi cuerpo demacrado hecho pedazos y al gato que lentamente se convertía en una figura extra pero espeluznante, pero no llegué a mirarlo por completo cuando mi vista se puso completamente en blanco y mi conciencia se vaciaba rápidamente.
Minutos después me desperté en el sofá como si todo hubiera sido una pesadilla, aunque mis vivencias eran reales, yo estaba realmente asustada pero sobre todo confundida, no sabía si fue real o solo una pesadilla demasiado realista, mi cuerpo estaba sudado, quizás por los nervios y el terror que sentía por aquella “pesadilla”. Volteé a mirar los alrededores de la casa, no había sangre y todo estaba bien, y no había rastro del gato, suspiré aliviada por no ver al gato, miré hacia el televisor que estaba en el mismo programa que estaba viendo antes de todo lo que sucedió, era como si el tiempo se hubiera rebobinado hasta este momento, aunque iba a asegurarlo llamando a mi madre, ya que no estaba segura de que eso solo fuera una pesadilla.
Así que me levanté del sofá y fui directamente hasta el teléfono, marqué el número de mi madre con firmeza, el teléfono sonaba lo cual me puso bastante ansiosa. Cuando por fin alguien me atendió, escuché la voz de mi madre al otro lado de la línea telefónica: <<¿Hola?, ¿Isabel? ¿sucede algo?>>. Preguntó mi madre con un tono ligeramente preocupado. Al notar el tono en el que me hablaba, y por mi mente pasó una pregunta en concreto, ¿yo ya no la había llamado, entonces porque suena tan confundida?. Suspiro suavemente <<Hola ma, no, no es nada, solo quería saber cómo se encontraban y si ya vienen…>>. Dijo tratando de sonar calmada. <<Oh bien… Sí, sí, ya estamos en camino>> Dijo mi madre con un tono más normal y calmado. Aunque no podía verla sabía que tenía una expresión preocupada al otro lado de la línea telefónica. Mi madre y yo tuvimos una charla algo larga, con una dinámica de muchas preguntas…Bueno, yo solo contestaba a esas preguntas, las preguntas eran como: ¿Ya comiste? ¿te acostaste? ¿le has abierto la puerta a alguien? y así. Me sentí un poco aturdida por las preguntas, pero sabía que era solo la preocupación de mi madre por mí.
Después de estar un rato hablando mi madre tenía que colgar, así que nos despedimos. Yo dejé el teléfono en su lugar, caminé hasta el sofá y me eché sobre él con todo mi peso, mi cabeza estaba llena de dudas y preguntas que no tenían respuestas coherentes. Buscar una respuesta a eso me comía la cabeza, así que solo decidí dejar todo eso en el pasado para no estresarme pensando tanto en ello, después volteé mi cabeza hacia el reloj puesto en la pared, ya eran las 12 a.m.
Después de ver la hora, agarré el control remoto de la televisión y la apagué, me paré del sofá y me estiré un poco para desencalabrarme, luego bostecé suavemente con cansancio. Me dirigí a las escaleras, subí lentamente cada escalón, los cuales rechinaban con cada paso que doy. Luego de subir todas las escaleras, llegué al 2do piso, fuí a mi habitación y, apenas estoy lo suficientemente cerca de mi cama, me tiro sobré ella y siento su suavidad estrechándose contra mi cuerpo, y eso me da tanto sueño que me duermo sin siquiera arroparme con las sábanas o acomodar bien mi cabeza sobre las almohadas.
A la mañana siguiente, la ligera luz del sol que pasa por las cortinas pega justo sobre mis ojos, y la ligera brisa que entra por la ventana medio abierta, que olvidé cerrar en la noche, recorre mi cuerpo, haciéndome despertar. Me paso una mano por mi cara, acomodando el pelo despeinado que estaba pegado en mi frente y me froto los ojos para que la vista se acostumbre a la luz, bostezo y me estiro suavemente, sacando cuerdas en mi cuerpo. Me enderezo y volteo todo mi cuerpo para poder levantarme, me coloco las chanclas y salgo de mi habitación. Al bajar las escaleras, con las llemas de mis dedos pasando por la fría pared, mi nariz huele a un aroma dulce ¡como a panqueques!, mi mirada recorre las paredes hasta el sofá y mi vista se detiene en mi madre sirviendo un plato lleno hasta arriba de panqueques. Me conmociono y me lleno de alivio al ver a mi padre, madre y hermana mayor en casa; «¡Mamá, papá, July! ¿Cuándo llegaron? No los escuché llegar». Dije con un tono muy alegré. «¡Oh!, hola hijita. Fue en plena mañana cuando llegamos a casa, cuando estabas dormida» Dice mi madre con una sonrisa, la cual me tranquiliza con solo verla.
Fin…
Por: Shaira Guerrero – 701